En nuestra consulta de tricología y trasplante capilar recibimos un amplio abanico de pacientes y consultas diferentes. En algunas ocasiones, acuden pacientes que expresan una llamativa preocupación por una supuesta alopecia, aunque por el contrario no se aprecian signos compatibles en la exploración clínica. Es lo que llamamos alopexia (o alopecia mental).
La alopexia fue descrita por nuestros compañeros los doctores J. Ferrando y R. Grimalt en 2013, en la revista Medicina Cutánea Ibero-Latino-Americana. En este interesante artículo describen 2 pacientes con distintas formas de alopexia. En primer lugar, un varón joven con mínimas entradas y coronilla, con una preocupación desproporcionada por el problema real. El segundo caso es una mujer de mediana edad con pelo largo y denso, sin signos de alopecia, pero con una preocupación obsesiva patológica. En ambos casos destacaba la preocupación psicológica de manera notable sobre el inexistente (o mínimo) problema capilar. Además, en nuestra opinión, estos dos perfiles de pacientes (varón joven y mujer de mediana edad) son los que más frecuentemente presentan esta sintomatología.
Estos pacientes suelen presentar un perfil obsesivo que se puede manifestar en maniobras repetidas de comprobación o incluso conductas de evitación. Estos pacientes suelen realizarse un control fotográfico exhaustivo, contaje minucioso de pelos caídos y habitualmente realizan todo tipo de tratamientos. En ocasiones existen antecedentes familiares de alopecia, lo que influye en el paciente a proyectar su imagen futura en la de su familiar afecto. En otros casos la obsesión puede venir, también, de su pareja o progenitores. En este caso el paciente puede compartir o no dicha preocupación, siendo en ocasiones los propios familiares los que solicitan la consulta.
Aunque en ocasiones tendemos a banalizar dicha preocupación, la alopexia se considera en sí un trastorno dismorfofóbico. Eso significa que existe una percepción irreal e incluso delirante de la propia imagen corporal. No en vano, la piel y el cabello son las partes del cuerpo que más frecuentemente representan motivo de preocupación y/u obsesión, por delante incluso del peso. Además, puede asociar a su vez conductas obsesivo-compulsivas como las de comprobación o contaje. En los casos más graves también puede verse asociado o en el contexto de ansiedad, fobia social, depresión o traumas infantiles. En general, suele representar un perfil de paciente complejo, exigente, escéptico e insatisfecho con otros médicos y los tratamientos realizados. Aunque en general no suele ser necesario, en algunas ocasiones (principalmente si hay TOC asociado) está indicada la valoración psiquiátrica y la toma de psicofármacos, como inhibidores selectivos de recaptación de serotonina o antidepresivos tricíclicos.
En conclusión, denominamos alopexia al trastorno obsesivo de la percepción que lleva al paciente a creer que presenta una calvicie no objetivable clínicamente. Se trata de un motivo de consulta cada vez más frecuente, por lo que es muy importante conocerlo. No debemos infravalorarlo, ya que puede representar un malestar psicológico con importante impacto en la vida de nuestros pacientes.
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