La pandemia provocada por el virus SARS-CoV-2, iniciada a finales del año 2019, sigue todavía muy vigente y ha cambiado por completo nuestras vidas. Aunque se trata de una infección aún muy misteriosa y de la que nos quedan muchas cosas por descubrir, hemos aprendido mucho de ella durante estos meses. Las manifestaciones dermatológicas asociadas a la COVID-19 son múltiples y variopintas. Coincidiendo con la infección se han descrito erupciones máculo-papulares, urticariformes o vesiculosas (recordando a la varicela), así como manifestaciones de tipo vascular como livedo reticularis o necrosis cutánea. Sin embargo, también existen algunos cuadros que pueden verse una vez ya pasada la infección como la pseudoperniosis que predominan en niños y adultos jóvenes (aunque aún está en discusión su relación con el virus), o el efluvio telógeno agudo.
El efluvio telógeno agudo es una alteración del ciclo folicular que produce una caída del cabello exagerada durante un período de tiempo limitado (<6 meses). Habitualmente hablamos de efluvio cuando se caen más de 100 cabellos al día, por lo que esta caída es muy llamativa y suele provocar mucha alarma en los pacientes. El cuadro suele ser reversible, con una recuperación completa, por lo que se considera una forma de alopecia no cicatricial. Las causas que lo producen son múltiples, como nutricionales, metabólicas, hormonales, farmacológicas o cirugías. Sin embargo, una de las causas más frecuentes son las infecciones graves. En este sentido, es lógico pensar que la COVID-19 puede desarrollar este cuadro.
El efluvio telógeno agudo descrito hasta el momento es superponible al desarrollado en los otros contextos. Parece ser más frecuente en mujeres que en hombres, aunque quizás sencillamente es un cuadro más llamativo en personas con el pelo largo. Se manifiesta en forma de caída exagerada de cabello se suele iniciar de forma súbita, unos 2 meses después del desarrollo de la enfermedad (aunque puede darse de manera más precoz o tardía). Aunque este proceso fue inicialmente asociado a cuadros de COVID-19 graves, en los últimos meses se han sucedido múltiples casos de efluvio telógeno en pacientes que habían sufrido cuadros leves o incluso asintomáticos. Por esto, actualmente parece razonable investigar mediante serología la posibilidad de una infección por COVID-19 pasada en todos los pacientes con efluvio telógeno agudo.
El pronóstico del cuadro suele ser bueno en la mayoría de casos. Aunque la recuperación suele ser completa, el proceso suele alargarse durante largos meses, lo que puede provocar un importante grado de preocupación en el paciente que, a su vez, puede influir negativamente en la recuperación. Por eso, lo más importante es explicar bien la naturaleza del cuadro y la probable cronología del proceso para minimizar la angustia asociada. En algunos casos podemos intentar acelerar el proceso de resolución y optimizar la recuperación del cabello con diferentes tratamientos como vitaminas orales / mesoterapia, minoxidil tópico / minoxidil oral o infiltraciones de plasma rico en plaquetas.
En conclusión, el efluvio telógeno por COVID-19 es un cuadro frecuente y que puede llegar a ser muy impactante. Debemos conocerlo para interrogarlo de manera dirigida o investigarlo activamente en casos dudosos. Sin duda, la pandemia por el SARS-CoV-2 ha revolucionado el mundo en general y el de la medicina en particular, por lo que debemos seguir atentos día a día a posibles novedades que puedan aparecer en el campo de la tricología.
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