La alopecia areata (AA) es un tipo frecuente de alopecia no cicatricial de origen autoinmune. Puede afectar al 0.1% de la población y supone un motivo de consulta creciente en las consultas de dermatología. Es más frecuente en niños y adultos jóvenes. El estrés puede actuar como desencadenante en individuos genéticamente predispuestos.
¿Cómo se manifiesta clínicamente?
Clínicamente cursa con placas alopécicas ovaladas asintomáticas. Puede expresarse como placa única o ser multifocal (cuando existen 2 o más placas). Afecta principalmente el cuero cabelludo, aunque es frecuente la afectación de cejas, pestañas y barba. Aunque son más infrecuentes, existen formas más severas de la enfermedad, pudiendo afectar todo el cuero cabelludo (AA total) o, incluso, todo el cuerpo (AA universal). Además del pelo, puede también afectar las uñas en un 10%, especialmente en niños y asociado a formas graves. Habitualmente las placas alopécicas se repoblan inicialmente con un pelo fino y blanco que recuperará su calibre y color progresivamente. Aunque se trata de una alopecia reversible, su evolución es impredecible, comportándose habitualmente como un proceso crónico que cursa a brotes.
¿Cómo se realiza el diagnóstico?
El diagnóstico es clínico. En casos de duda, el estudio tricoscópico revela pelos en signos de exclamación y puntos negros microscópicos. La realización de pull test es positiva (se realizan tirones del cabello alrededor de las placas, que se extraen con extrema facilidad). Éste sirve para valorar la actividad del proceso y la respuesta al tratamiento.
¿Se puede asociar a otros procesos?
En algunos casos la AA puede asociarse a dermatitis atópica y a procesos autoinmunes como la tiroiditis de Hashimoto, el vitíligo o la diabetes mellitus tipo I, a veces en el mismo paciente o en familiares directos. En formas extensas se recomienda realizar estudios para descartar alguno de estos procesos.
¿Cuál es el tratamiento de la AA?
El objetivo del tratamiento es conseguir la repoblación de las zonas alopécicas y el posterior mantenimiento de la respuesta. Esto último es lo más difícil ya que la recaída es muy frecuente. Los tratamientos más utilitzados son las terapias antiinflamatorias. Los corticoides tópicos o infiltrados son de elección cuando hay poca superficie afectada (una o pocas placas). En casos más extensos deberemos valorar la posibilidad de realizar tratamientos sistémicos con corticoides orales (habitualmente en minipulsos de dos dosis semanales), inmunoterapia de contacto u otros medicamentos inmunosupresores. Para estas formas extensas los inhibidores de JAK presentan resultados prometedores. En casos muy refractarios o en pacientes que no desean realizar tratamientos agresivos se pueden plantear sistemas capilares fijos FAS o prótesis capilares. Finalmente, debemos recalcar que el trasplante capilar está contraindicado en la AA.