El pelo recubre la práctica totalidad de nuestra piel, exceptuando las palmas y las plantas. Aunque se calcula que tenemos más de 5 millones de pelo en el cuerpo, sólo un pequeño porcentaje se presentan en el cuero cabelludo, lo que llamamos cabello. El número total de cabellos del ser humano de pelo moreno, joven y sano puede variar alrededor de los 100.000-120.000 cabellos, siendo algo mayor en personas rubias y algo menor en pelirrojos.
Aunque el pelo puede parecer una estructura sencilla, su anatomía no lo es tanto. El pelo es un tallo de queratina con estructura tubular que nace en una profunda invaginación de la epidermis: el folículo piloso. Esta invaginación alcanza la dermis profunda en los pelos del cuerpo y hasta el tejido celular subcutáneo en los cabellos, lo que hacen que su implantación sea más profunda y su ciclo más complejo. El pelo se divide en tres grandes porciones: el infundíbulo, el istmo y el segmento inferior. El segmento inferior del pelo, que se encuentra ensanchado y anclado a la papila dérmica, está dividido a su vez en tallo y bulbo piloso. El bulbo recibe la vascularización y nutrientes, y es donde se encuentran las células matriciales que originan el crecimiento y proyección del tallo piloso hacia el exterior. Este tallo piloso tiene un esqueleto complejo, compuesto de dentro a fuera por la médula, corteza y cutícula. La epidermis que rodea el folículo piloso recibe el nombre de vaina radicular externa. La porción intermedia, llamada istmo, empieza en la inserción del músculo erector del pelo y se prolonga hasta el punto de fijación de las glándulas sebáceas. Estas estructuras anejas son muy importantes para el pelo. Las glándulas sebáceas nutren al pelo de grasa (sebo) con el fin de lubricarlo y protegerlo, mientras que el músculo erector del pelo, inervado por el sistema nervioso simpático, puede modificar el ángulo del pelo dependiendo de sus necesidades. Además, justo en la inserción de este músculo está el bulge folicular, donde se encuentran las células madres epiteliales, vitales para la regeneración y supervivencia folicular (clave en el trasplante capilar). La tercera porción, el infundíbulo, es la parte más superficial del pelo dentro de la epidermis, proyectándose desde donde se fijan las glándulas sebáceashasta el exterior.
El pelo se encuentra en constante recambio y presenta un ciclo de vida particular, que llamamos ciclo folicular. El ciclo folicular consta de 3 fases claramente diferenciadas. La fase de anágeno es la fase de crecimiento del pelo, donde se encuentran aproximadamente el 90% de pelos. Esta fase dura unos 3 años de media, aunque puede llegar a ser mucho más larga en gente joven. Cuando esta fase llega a su fin, el pelo para su crecimiento y entra en una fase de transición que llamamos catágeno. Esta fase es la más corta, durando sólo 3 semanas, por lo que sólo el 1% de los pelos los encontramos en esta fase. Cuando se acaba este periodo el pelo se empieza a desprender la papila dérmica, iniciando la fase de caída o telógeno, que suele durar unos 3 meses. Generalmente tenemos menos de un 10% de pelos en esta fase. Cuando este porcentaje aumenta, se produce una caída exagerada (se considera patológica a partir de 100 cabellos al día), que llamamos efluvio telógeno. El pelo desprendido es finalmente expulsado al exterior por otro pelo en crecimiento que ocupa su espacio en el folículo piloso e inicia un nuevo ciclo folicular.
Así pues estas fases se suceden de manera consecutiva y cíclica, completando la vida de un pelo entre en una media de 3,5 años. Sin embargo, este ciclo folicular está mediado por múltiples factores genéticos, nutricionales, hormonales, ambientales, psicológicos… que condicionan y modifican el ciclo normal, haciendo que cada persona tenga sus propias variaciones. Por eso, deberemos estudiar cada uno de estos factores para un correcto abordaje de las diferentes patologías capilares.
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